Zidane se movía con la gracilidad de un bailarín. Cada gesto suyo era pura maestría y elegancia innata, él orquestaba el juego con inspiración divina. Sus pases eran milimétricos, como pinceladas magistrales en https://hamzaznds683765.blogsmine.com/38908181/una-mirada-al-gesto-que-cambió-la-final-del-mundial